De entre las numerosísimas formas de vicio que encontramos cada día, nosotros vamos a hablar, en esta primera parte, de las menos frecuentes, o al menos las que asociaríais por ultimísimo lugar, a un piso de estudiantes: EL PARCHíS. Sí señores.
En este piso, más comúnmente conocido como Caravacalandia, por el origen panocho de sus habitantes, residen las estudiantes con los vicios más inverosímiles con los que servidora se ha topado jamás (entiendase ludopatías principalmente). En Caravacalandia se ha rescatado este juego tan tradicional como olvidado por la gente, y se explota día tras día, dejando en estado lamentable el tablero, y borrando, literalmente, los números de los dados.
Las partidas, dependiendo de los jugadores, pueden durar desde los quince minutos hasta un tiempo ilimitado. Y soy testigo. He entrado en esa casa de día y he salido al parchís, de noche. Me he dejado llevar por esa espiral de vicio ¡Y lo peor de todo es que me gustó! Cuánta estrategia y cuánta regla puñetera. El juego, a lo tonto, no es tan simple como parece. Y menos cuando hay apuestas de por medio. Todo gira en torno a quien gana o quien pierde: baja la basura, limpia el baño, trae una botellita de agua... Claro que eso implica más aburrimiento que otra cosa, y ese es un concepto en el que ahondaremos más adelante.
Hasta aquí el concepto de hoy.
¡ Así es el día a día, y así se lo hemos defineccionado!
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